martes, 18 de septiembre de 2007

Mi retoño en otoño

Mi retoño en otoño


No hay dimensiones para explicar lo que significa un hijo, no hay metro ni medidas.
Es un regalo de los dioses, del destino.
Es la fortuna de sentir amor infinito.
Algo habremos hecho bien en la vida, – el padre y yo -, para disfrutar semejante bendición.
Nos parece mentira tener a ese sol en la casa.
Cambió la manera de mirar la vida y pararse en el universo.
Sobre todo en el embarazo. Un estado sublime, celestial. Donde la gente te toca la panza como un acto de santificación. No hay nada más puro que un ser gestándose; aunque no fue un período muy agradable entre lunas y ecografías, cada visita al médico era una sorpresa.
El miedo no fue casual, tuvimos que atravesar cierto peligro en una punción y el adelanto de la cesárea en la semana 36, por ser ¡VIENTRE AÑOSO!
¡Qué forma ingrata y grosera de definir a una madre madura!
De todas formas, un niño te da vida, te rejuvenece y es cierto, no sólo porque se regeneran las células (una especie de lifting involuntario), sino porque entras en una frecuencia de pañales, tetas, mamaderas y desvelos para lo que necesitas una energía extra a la que sólo te habilita el amor.
Luego de dos años de la llegada del bebé, la adaptación de “ser padres” es cada vez más efectiva. Pienso que los hijos te conducen hacia ese rumbo incierto con sus necesidades y respuestas, como si ya los conocieras.
Por eso, la maternidad /paternidad amplia tu horizonte.
Cabeza y corazón unidos bajo un mismo objetivo.
Dejas de ser víctima, victimario, primera figura y espectador pasivo.
Priorizas el tiempo y haces un filtro de lo que más te importa para no robarle ni horas ni espacio al crío
Ya no sos tan santa y te volvés una guerrera para cubrir todas las necesidades y aventurarte el mañana. Tal vez, porque a esta altura del otoño, la vida pasa mucho más rápido.
Significa que ya estás viviendo el futuro.
Todo lo que no hiciste en 20 años, lo tenés que hacer en 5.
Por lo pronto, trataré que siempre luzca primavera.
Ya me hice todo tipo de chequeos médicos, hasta pedí turno con el plástico, tomo vitaminas, trabajo 15 horas por días, ahorro todo lo que puedo y encima me cuido tanto que ya no sé que edad tengo. Quiero estar impecable, no vaya a ser cosa que el niño empiece el Kinder y me sorprenda el invierno.