miércoles, 4 de agosto de 2010

Amor: ¿salimos ?

Estoy a punto de salir a comer con mi marido, hace mucho tiempo que no vamos solos a un restaurante. Nuestro hijo se quedó a dormir en casa de sus abuelos y tenemos el tiempo perfecto para encontrarnos entre las luces de la noche y el silencio de la casa.

Me baño, controlo estar perfecta para que la remera con mangas americanas me calce perfectamente, miro mis axilas y las veo desprolijas...todavía me quedan unos minutos para alistarlas. Preparo el kit de mi máquina y en un momento tengo la " santa daga" lista para rasurarme, mientras paso el cosquilludo aparato por debajo de mis brazos, pienso en lo que hablamos hoy con mi terapeuta sobre la relación de pareja, mi pareja.

Este tema de darnos tiempos, crear situaciones para estar juntos, mirarnos a los ojos y corrernos de discusiones cotidianas sobre si pagué los impuestos, el horario del niño o porque perdí tiempo con tal cosa. Imagino que esta noche tendré oportunidad de hablar con tranquilidad y ser objetiva con aquellas cosas que realmente me molestan. Tampoco creo en milagros y sé perfectamente que por una noche mágica desaparecerán decenas de discusiones, pero está bueno abrir las posibilidades de unión, de ratificar que somos dos aliados incondicionales.
Pienso en seducirlo con mis frases matadoras, hablar acarameladamente con las manos entrelazadas, cual tortolitos, sobre los que nos molesta del uno y del otro, para limar asperezas y vivir en armonía disfrutando de lo que tenemos. Verlo tras sus ojos claros y besarnos como quinceañeros.
Termino con mis cosas y me apuro para ya estar lista y salir.
Voy al living, el volumen de la televisión está al mango y mi hombre echado cual vaca a un costado del sofá, roncando a más no poder. Lo zamarreo con toda mi furia hasta que lo despierto y él - con un hilito de baba que le cae desde la comisura de la boca - me dice: "gordi no te enojes, estoy muerto. Y sí pedimos una pizza!"


Nota: Estos textos corresponden a mi autoría. Quien se anime a copiarme, plagiarme o actúe de manera irregular con mí obra es un pobre infeliz, que justifica parte de su existencia con la mía.

Julia Caprara